La Escuela Uruguaya en Tiempo de Pandemia
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OPINIÓN
EL estallido de la pandemia de principios de este año, tras el cual las clases presenciales fueron sustituidas por enseñanza remota de emergencia, ha dado paso a una serie de acomodaciones escolares y familiares también de emergencia. Desde mi punto de vista y a partir de mi experiencia (fundada en los corredores educativos que transito, no representativos de la totalidad del universo escolar pero sí de una gran porción), desde el día que se decretó el cierre de las escuelas en Uruguay el día 13 de marzo de 2020, tanto los docentes como las familias han venido ejecutando prácticas y actividades educativas impromptu que podrían encuadrarse en un modelo pedagógico de contingencia precoz pero efectivo. Veamos.
En el encuadre educativo actual, la escuela ha ingresado tangible y literalmente en la casa (clases en vivo por videoconferencia, videos, email) al tiempo que la familia participa muy activamente en la actividad cotidiana de la escuela (confección de videos, supervisión de niños). Esto no excluye la posibilidad de que antes lo hicieran, sino que la forma y marco en que ocurre el trasiego de contenidos y actividades en este momento se ha generalizado y dinamizado significativamente: los niños reciben la clase por videoconferencia/videograbación en su casa bajo la supervisión directa de un adulto de la familia, haciendo que la línea divisoria que dividía el ámbito privado y público de enseñanza y aprendizaje se vuelva un tanto borrosa.
En un video reciente el colega argentino Mariano Narodowski explica con claridad y perspectiva histórica el sentido del modelo escolar público actual: por siglos los niños se han trasladado al aula de ladrillo y aprendido con pizarrón, pupitre, cuaderno y libro. Asimismo, el tiempo en el que los niños permanecen en el espacio privado de educación (la casa) es breve, en general comienzan a ir a la escuela a los 2 años. Entonces, ¿qué ocurre cuando un agente externo incontrolable (el virus) empuja a ambas instituciones a un callejón sin salida donde se siga garantizando el derecho inalienable de los niños de recibir educación, aún cuando no pueden ir a la escuela de ladrillo? La forma en la que hemos podido resolver el intríngulis es implementar rápidamente un modelo transitorio de educación remota de emergencia en el que se han hecho adecuaciones necesarias a las dinámicas educativas existentes (tanto en la escuela como en la casa) fabricando un espacio conjunto aceptable donde el niño pueda seguir siendo educado.
Ahora, es claro que no es lo mismo ir a la escuela que quedarse en casa, no es lo mismo el espacio público que el privado, no hago lo mismo en el salón que en mi casa, y no me relaciono igual con mis compañeros, amigos y maestros que con mis familiares directos dentro de mi hogar. Las normas y dinámicas de la interacción social, el juego y la vida con otros se aprende interactuando con otros en un tiempo, espacio y contexto que son comunes a todos. Pedagogos y familias debemos estar conscientes de esto y seguir transitando este momento con la seguridad de que en ambos espacios, escuela y casa, estamos empujando hacia adelante con el motor a toda marcha y con la proa puesta en un horizonte auspicioso. Así, tras la tormenta de marzo, ha llegado la hora de regular las prácticas, darle forma a la didáctica emergente y repensar la metodología de clase. Estamos en eso, todos estamos en eso.
Me pregunto sin embargo: ¿constituye la contingencia actual y la implementación del patrón transitorio el primer eslabón de una ruptura de modelos educativos? ¿Qué de este modelo transitorio resistirá el filtro de la vuelta a la escuela de ladrillo -porque volver vamos a volver, y qué de ello permanecerá en el espacio virtual de enseñanza y aprendizaje? Es temprano para ensayar respuestas aunque, desde mi lugar huele a cambios, huele a no-marcha-atrás, huele a INNOVACION!
¡Hasta pronto!
coronavirus, covid19, educacion, enseñanza remota, enseñanza virtual
Cecilia
Ojalá este sea el primer eslabón de la ruptura. Espero que ya nada vuelva a ser lo mismo sino algo mucho mejor. De nosotros depende.
Excelente artículo.
Adriana de los Santos
Muchas gracias, Cecilia. Es verdad, depende de nosotros, estamos preparados y muy unidos. El aprendizaje de este tiempo es vastísimo! Capitalizarlo es nuestro deber. Abrazo!
Sonia Ruiz
Muy buena reflexión e iniciativa Adriana. Sin duda habrá un cambio de paradigma y ojalá logremos amalgamar lo mejor de cada uno para sentir que cada integrante del compromiso pedagógico es contemplado.
Adriana de los Santos
Así será! Abrazos!