El tiempo en el aula

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OPINIÓN

La semana pasada en este mismo espacio compartí con ustedes mi opinión acerca de lo que considero es el inicio de una ruptura del modelo de educación existente. Me preguntaba además, qué de este modelo transitorio resistirá el filtro de la vuelta a la escuela de ladrillo y qué de él permanecerá en el espacio virtual de enseñanza y aprendizaje. Un elemento de relevancia que quisiera discutir brevemente es el factor tiempo en el aula.

Sin entrar en detalles, en el estudio de caso que presenté en mi tesis de maestría, el tiempo de clase en el aula virtual apareció como uno de los componentes de relieve a la hora de asegurar el aprendizaje en línea. Ese hallazgo me despertó curiosidad en su momento y pienso que hoy tiene un interés particular en el contexto de pandemia que vivimos. Me explico.

Es sabido que la percepción del tiempo es subjetiva. Muchos subrayan la supremacía del tiempo de calidad por encima de la cantidad. Ya los antiguos filósofos griegos subrayaban la diferencia entre Cronos y Kairos, entre el tiempo secuencial y tiempo oportuno. Concretamente en nuestro contexto de trabajo pedagógico, la percepción del tiempo se nos está presentando en forma disímil según la perspectiva que se mira. No discutiré en este momento elementos didácticos fundamentales de la presencialidad y virtualidad porque no es el objetivo de esta publicación en el blog, sino que me centraré en una pregunta que se están haciendo los padres/tutores y que me parece muy relevante: ¿alcanza con la cantidad de tiempo que los estudiantes están utilizando en este momento para que ellos aprendan?

Salta a la vista la amplitud inabarcable de la pregunta en un medio como este. Desde mi lugar de trabajo, he escuchado un abanico de opiniones y sentencias en torno a este tema, de parte de docentes, de padres y de estudiantes. Ahora, ¿no sería la voz de estos últimos la que debiera resonar más en nuestra reflexión? Así, 

contestar estas preguntas implicaría discutir qué entendemos por aprender y qué lapso de tiempo entendemos que es el necesario y suficiente para que eso que entendemos por aprender ocurra. También implicaría saber cuánto es mucho, cuánto es poco, quién lo decide, y bajo qué parámetros pedagógicos (y socio-económicos) se definirían las respuestas.

Desde mi punto de vista, los adultos a cargo – que somos los que tomamos decisiones pedagógicas, necesitamos aprender a observar y juzgar el tiempo áulico virtual a la luz de lo que expresan nuestros hijos/estudiantes, escuchándolos a ellos y a aquellos maestros, profesores, investigadores que han hecho un camino en este sentido construyendo pedagogía en beneficio de todos. En este sentido me afirmo: el tiempo de clase presencial ES DISTINTO al tiempo virtual, tato en CANTIDAD como en CALIDAD. El aula presencial ES DISTINTA al aula virtual: ¡esto es evidente! Permítaseme entonces un desliz: que yo sepa, corríjanme por favor si no es así, hasta el momento la inteligencia artificial no ha logrado reproducir la experiencia presencial humana de intercambio energético, químico, gestual y comunicacional. Entonces, estimados lectores, los invito a pensar y hacer en forma CONSTRUCTIVA.

En suma, yo pienso que entre los distintos escenarios de vida futuros que podemos construir hoy se encuentra aquél en el que tengamos que practicar un estilo de vida ON – OFF.  Una vida en la que estemos entrando y saliendo del aula presencial y del aula virtual intermitentemente, un tiempo allá otro tiempo acá. Desde mi perspectiva, y con la reminiscencia de conversaciones filosóficas con colegas, en la lucha de Cronos y Kairós sigo poniéndole una ficha más al último, y defiendo a ultranza la CALIDAD DEL TIEMPO EN CLASE – presencial o virtual, ese calor humano que aún en la adversidad de esta incertidumbre que vivimos todos sigue y sigue generándose con los niños.

¡Hasta pronto!

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Comments (2)

  • Estoy de acuerdo con lo planteado excepto que “lo virtual” no debe ser asociado a la “inteligencia artificial” en el entendido que la IA viene a suplir funciones humanas y lo virtual es un medio que no suple lo humano, suple el espacio de encuentro, pero el encuentro se da, o debe generarse más allá de la distancia. Es decir, ofrezco contenido a ser estudiado pero lo tutoreo, ofrezco actividades pero no en solitario sino entre Compañeros/as , promoviendo el trabajo colaborativo, un pilar de la educación virtual. En relación a la pregunta sobre el tiempo… No alcanza, porque lo ofrecido no es de calidad, porque estamos en pañales en el tema, porque está librado a cada docente y no bien supervisado ( hablo solo de la experiencia en secundaria ahora en cuarentena, en primaria no lo sé). No alcanza, es necesario más tiempo, porque es necesaria la “iteración”, este concepto de la informática asociado a la repetición. Iterar para aprender, sobre todo los docentes, aprender a orientar virtualmente. A estar presentes aunque no estén, aprender a seducir y proponer cosas interesantes en ausencia de la “obligada ” presencia en clase. Iterar, iterar, repetir para aprender. Los gurises aman los espacios virtuales, nacieron el ellos! Si los linkeamos a cosas interesantes si nos desafiamos con actividades de grupo, responden y aprenden!! Docentes!!! Un llamado a abrazar está posibilidad de aprender!!!

    • Adriana de los Santos

      Hola Andrea, muchas gracias por unirte a la conversación y por los argumentos que esbozás. Cuando decís que ‘lo ofrecido no es de calidad’, a qué te referís específicamente con ‘lo ofrecido’, en qué marco de control de la calidad lo ubicás y con qué lo comparas? Fuerte abrazo!

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